jueves, 2 de julio de 2009

Lenguajes en Marruecos

Siempre había querido ir a África. Desde chiquita sentí una atracción hacia el continente y no entendía muy bien por qué. Ahora lo entendí: eran los marroquíes. No importa a dónde voltee una, posará sus ojos sobre un guapo. Incluso los más ancianos: detrás de esas largas barbas de sabiduría y bajo sus holgadas vestiduras, frecuentemente se encuentra un ser altamente atractivo.

Cruzamos el Mediterráneo en un Ferry de Tarifa a Tánger y yo iba emocionadísima de que Tánger era la puerta a una civilización distinta. Y, en cierta forma, es verdad: No puedo negar las evidentes diferencias culturales que encuentro en una sociedad cuya organización gira en gran medida en torno al Islam. En la calle se ven pocas mujeres y se ve muy poco de cada mujer. En cualquier ciudad, 5 veces al día, se escucha el llamado a rezar. La música es distinta, los bailes, la ropa, y, claro, el idioma. Los tangerinos te trabajan fluidos, además del árabe, francés, inglés y español. Aparte, te manejan las palabras claves de venta y acoso turístico en todos los idiomas, incluido el japonés. Aun así, la comunicación se me complica y, si se trata de mensajes concretos, me es más fácil entenderme con un europeo en inglés, que con un marroquí en español.

Sólo que hay otro tipo de mensajes. Unos más abstractos, que parecen venir de mas adentro. Es en estos que puedo entender mejor a los marroquíes. Detrás de las palabras pronunciadas; los dos conocemos otro tipo de comunicación. Como si existiera un lenguaje del tercer mundo. Por esto fue, en parte, casi como volver a casa. Después de un mes en Europa, el caos y el desorden marroquíes, la calidez, el parecido con los mexicanos… un lenguaje que me es fácil entender.