miércoles, 28 de mayo de 2008

Nuevos aposentos

Les escribo, queridos usuarios, desde mis nuevos aposentos: un finísimo cuarto-estudio, con baño, sala de estar y cama matrimonial para mí solita. El hermano de Jane no va a estar en verano y su zona de la casa ha pasado a ser mía durante estas semanas. La casa está en las afueras de Boston, en un suburbio que supongo que es igual que todos los demás. Pero está bien lindo, y la casa también, además tienen una gatita hermosa con quien inmediatamente entablé amistad y ahora está echada aquí junto a mí.

Llegar acá fue un poco conflictivo, por ponerlo así. Quedé de venir temprano para ayudarle a Jane a cocinar, pero me fue imposible por diversos sucesos. En realidad, fue por torpezas y distracciones del tipo que tanto se me dan. Primero perdí el tren que había planeado tomar, porque como siempre llegué tarde a donde tenía que llegar. Luego, ya tenía boleto y todo, y el siguiente tren salía media hora después, pero me las ingenié para perderlo también. Lo que ocurrió fue que, ¿por qué no? me subí a un tren que no era el mío. Ya ven, esa alma aventurera que tengo. ¿Para qué averiguar a cuál tren debes de subirte cuando puedes abordar cualquiera y ver a dónde llegas? Supongo que algo así fue la deducción de mi subconciente, que me llevó a sentarme en un andén cualquiera a leer y luego treparme al tren que llegó a la hora que yo calculé que el mío iba a llegar. De menos que me dí cuenta a tiempo, antes de que la máquina arrancara, y me bajé apresuradamente. Pero para entonces, el otro tren ya se había ido, y tuve que esperar, de nuevo, media hora.
Finalmente llegué, cenamos todos juntos, y me dí cuenta de cuánto extrañaba sentarme a comer con una mamá y un papá, aunque no sean los míos, y vivir en una casa real, con libros, muebles, jardín y un gato.

Al día siguiente volví a Child Hall, a recoger mis cosas y despedirme de mis no-amigos. No niego que fue triste dejar atrás mi cuarto de dos metros cuadrados, en el pasillo obscuro y solitario del segundo piso del edificio. No niego que va a ser raro ya no vivir en Cambridge, ya no dormir rodeada de chinos y ya no tener que recorrer dos pasillos semiencuerada cada vez que salgo de bañarme. Lo que menos niego de todo es que va a ser terrible tener que pagar los 13 dólares diarios que cuesta ir y venir de casa de Jane a Harvard (o los 180 que cuesta el pase mensual). Sí, querido Child Hall, te extrañaré.
Peeero, vivir en las afueras tiene sus beneficios. En primer lugar la zona está hermosa, llena de lagos y árboles y flores. Además, el transporte no está mal, porque los trenes tienen dos pisos y mesitas como de avión y van tan lento como si esto fuera el tercer mundo, así que puedo leer sin marearme y subrayar sin que se me vaya chueca la línea.
Y lo mejor creo que van a ser los encuentros casuales con personajes interesantes. Algo tiene South Station, de donde salen los trenes a los suburbios, que atrae a los viejecillos peculiares. La primera vez que fui, me persiguió uno de ellos que me confundió con una Melany y gritaba mi supuesto nombre, persigiuiéndome y diciendo que si tuviera cincuenta años menos me ligaría. Y hoy en la mañana me encontré con un viejito inglés que me pidió instrucciones para llegar a Park Street. Lo curioso fue que venía escuchando rock en sus audífonos, todo rebelde, y no se los quitaba por nada, entonces gritaba todo lo que decía. El señor estaba bien indignado con el diseño de la ciudad porque no podía creer lo complicado que era llegar a una calle. "Sólo quiero llegar a Park Street," gritaba, "and this goddamn city is shit." Lles lles míster, pero baja la voz nomás tantito porque los gringos luego se enojan.

Total que el tren no está tan mal. Jane se transporta en bicicleta, pero debido a experiencias previas sé que no es algo que me convenga. Por mi bienestar físico es mejor que permanezca lo más posible con los dos pies en el piso. De por sí mis rodillas ya están bastante dañadas por aquel ligero percance bajando las escaleras hace unas semanas como para todavía decorarlas más. Sobretodo en esta temporada en la que la falda corta y el chor vienen siendo la moda primaveral y pus uno con sus costras y cicatrices no va a llegar muy lejos en el arte del buen ver.

martes, 27 de mayo de 2008

Nueva etapa

Fíjense que esto de las vacaciones me ha salido más entretenido de lo que pensé. Tengo un galán indio, Dru, que ha decidido que quiere hacer que me guste mucho Boston, entonces se dedica a pasearme por la ciudad y sus alrededores. Por supuesto que me hago del rogar, y no le he dicho que yo me enamoré del lugar desde el día que llegué. Mejor lo dejo que me convenza.
Primero le dije que extrañaba la naturaleza, y me quiso enseñar la de Boston, entonces fuimos a la megapantalla Imax a ver ballenas y delfines en tercera dimensión. Luego le dije que estaba bien padre, pero que eso no era la naturaleza de Boston. ¡Entonces fuimos a ver a las ballenas diadeveras! Te trepas a un barquito y navegas por unas horas, y luego de pronto estás rodeada de ballenas de 4 tipos. Increíblemente hermoso. ¡Me tocó ver a una ballena jorobada con su pequeña cría! Yo estaba encantada, verdaderamente. El otro día fuimos a ver a The Blue Man Group, un espectáculo de arte, música y comedia, bien famoso en estos lugares. Y hasta me llevó a un mall en un pueblo vecino, atascado de ofertas. Lo malo fue que no pude comprar casi nada, porque con esto de que me quedo en verano sin salario, y además los apáticos de Harvard ya no organizan conferencias, se nos viene la crisis encima y hay que ahorrar. No obstante, el próximo fin de semana a lo mejor vamos a pueblear a los alrededores, lo cual puede estar bien divertido.
Dru es adicto a la tecnología, entonces es como un boy scout sofisticado, con una cantidad ridícula de aparatitos para ubicarse en el coche, para medir distancias, para saber cuándo hay minas de oro en la cercanía, etcétera. Aparte es un poco obsesivito con la prevención y el control, entonces sus planes son todos calculados y elaborados. Yo nomás me dejo fluir, como quién diría, y de pronto aparezco en lugares increíbles como en un barquito viendo ballenitas.
Pero ahora, las vacaciones terminaron y mañana empieza una nueva vida para mí. ¡Qué emocionante! Voy a empezar a trabajar y tengo mi primera junta con el profesor para que me explique qué voy a estar haciendo durante las siguientes semanas. En la noche iré a cenar a mi futura casa con mis nuevos anfitriones. Estaré viviendo con mi amiga Jane y sus papás, que amablemente han aceptado alojarme en su hogar, en los suburbios de Boston. Me dan tantitos nervios, porque no sé cómo funcionen las cosas entre las familias gringas. Aunque si los papás de Jane son la mitad de peculiares que su pequeña, me espera un verano bastante interesante. Y, lo que es mejor, voy a tener muchas cosas que contarles.

jueves, 22 de mayo de 2008

Vacacionando

Después de todo, esto de estar de vacaciones no está tan mal. Ayer, mi primer día sin pendientes escolares, fue uno de los mejores desde que llegué. Fue uno de esos días en los que te queda claro que el Karma, de alguna manera, funciona en la vida.
Estaba yo comiendo cuando llegó un compañerito georgiano, todo angustiado, pálido y jalándose los tres pelos que tiene, porque había perdido la versión final de un trabajo, en su computadora. Quería llevarla con los técnicos, pero sólo aceptan a los alumos de la esucuela de artes y ciencias, y él estudia en la de educación. Como yo estaba de ociosa, y lo ví al borde del paro cardiaco, le ofrecí que lleváramos su computadora y dijéramos que era mía. Fue así que recuperó el archivo y estaba tan agradecido que me deseó "que mi día estuviera lleno de felicidad."
Dicho y hecho, de ahí me fui a la biblioteca a pagar una deuda de Mara, porque ella se fue y ora sí que me dejó el changarro. Y que llego con la srita del cajero y que le digo que venía a pagar la deuda de mi amiga y que me dice "No guerita", me dice, "no te preocupes. Ya te la borré." Y que le digo "¿Ansí nomas diagrapa?" Sí, nomás de a gratis me la perdonó. Y digo, eran seis dólares, pon tú que no es tanto. Pero ahí no acabó la felicidad.
Como estoy tan fuerte y soy bien atlética, quedé de ayudarle a Edgar a cargar sus cajas a la bodega. Edgar menospreció mi fuerza bruta y, por si acaso, llamó también a Alejandro. Y entonces mi función en la mudanza se redujo a que, mientras Alejandro cargaba y Edgar empacaba, yo me asomaba a las cajas de objetos abandonados por otros cohabitantes, buscando algo qué rescatar. Y salió bien, porque encontré un par de cosillas y díjeme, "¿Pero de qué o por qué abandonar esta vajilla, tan bonita que está?" Y así, repartí algunos objetos útiles entre la banda.
Después, Alejandro se tuvo que ir a researchear y Edgar y yo, los dos de ociosos, intentamos ir al cine. La última función era a las 10, y ya eran las 10, pero daba igual. Llamamos un taxi, que llegó 15 minutos después, pero daba igual. Llegamos al cine y quisimos entrar a ver cual-que-fuese la película, ¡y resulta que no nos dejaron entrar! La señortita estaba francamente sorprendida de que quisiéramos entrar a las 10:30 a la película de las 10. Y le decíamos "Pero srita, ¡los quince minutos de cortos!" No le importó y no hubo cine.
Como alternativa, fuimos a la biblioteca a sacar una película. Y en las instalaciones silenciosas, entre alumnos arduamente concentrados, nos dio el primer ataque de risa. Sucedía que a Edgar le gruñía la panza bien fuerte y el monito que estaba junto a nosotros buscando películas nomás trataba de hacerse el que no escuchaba los ruidos todos evidentes.
Saliendo de ahí quedaba claro que teníamos que ir a buscar comida, entonces recorrimos la mitad de Cambridge buscando un super abierto 24 horas. En realidad Edgar me llevaba de un lugar a otro jurándome que estaba segurísimo de que el siguiente sí iba a estar abierto. "Por esta que sí abren", me decía el muy canijo.
Total que a la una de la mañana empezamos a ver la película, que estaba bien chafa, la quitamos y nos pusimos a ver videos de you tube. Y ahí, perdimos: acabamos tirados en el piso (literal) de la risa. Me reí como hacía semanas que no me reía.
En resúmen, esto de las vacaciones me gusta. Aunque también me estoy volviendo bien ociosa. Por ejemplo, hoy decidí cocinar comida mexicana (quesadillas) para los vecinos. En agradecimiento, me dieron vinito. Y es de esas veces que es todo absurdo, porque ahora estoy toda enfiestada pero la fiesta acabó hace años y estoy sola en el cuarto, escribiendo en mi blog. Así que, para como veo las cosas, prepárense para que escriba una o dos veces al día, a falta de otras cosas que hacer.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Planes de verano

Al fin terminé. Ayer tuve mi único y por lo tanto último examen. Y pues ya, Dios dirá. Lo bueno es que la asistente del profesor (lo que viene siendo la Teaching Assistant o ti ei por sus siglas en inglés), es venezolana y ya la convencí de la importancia del compatriotismo entre latinos. No se crean amiguis, es broma, aquí esas cosas no pasan.
El caso es que acabé. A diferencia de todos los demás que terminaron, no me sentí contenta. Al contrario, me dio tristeza saber que ya no soy alumna en Harvard. Tan agradable que fue... Pero ahora sí que ya se me cayó el teatrito, con todo y sus conferencias. Además, como ya acabaron clases y exámenes, mis nuevos amiguitos están emigrando a diversas partes del mundo a hacer research (claramente) durante el verano.
Ayer fui con los del piso de abajo a un bar, de despedida, y resultó que irónicamente conocí a un nuevo vecino: un alemán, que mide como tres veces mi estatura (si se acuerdan bien de mí recordarán que esto no es tanto). Ya sabía de su existencia, pero nunca habíamos platicado, y ayer inauguramos oficialmente nuestra amistad. Al igual que yo, tiene 22 años y se siente desubicado entre puros compañeros cercanos a los treinta, arduamente enfocados en su doctorado.
Después del bar, el alemán y yo inistimos en seguir la fiesta. Como ya era tarde (¡las 11 de la noche!) muchos se rindieron, pero logramos convencer a tres valientes, que nos acompañaron al siguiente bar. Pero ellos tres sólo se sentaron mientras el alemán y yo nos emborrachábamos con cerveza. Bueno, yo me emborrachaba, él no porque es alemán y está bien grande. La noche terminó en la sala común de su piso, tomando más cerveza y burlándonos de todos los vecinos. Fue mi nuevo mejor amigo en Harvard, pero fue una amistad fugaz, porque él mañana parte para no volver.
En fin, terminó el semestre. Y decidí que aún no es tiempo de regresar a México. No porque no extrañe, queridos todos, sino porque ya que estoy en esto, más me vale aprovechar el viajecito y ver qué se cocina por estas tierras en verano. Mi plan original, como les platiqué hace unos días, era irme a África. Y ya se me había armado el plan, me llevaban de research assistant (por supuesto) a Sudán, a ayudar a una profesora en una investigación. Pero los rebeldes de Darfur atacaron los cuarteles de la ONG- así que ya no hay proyecto, de momento.
Plan B: quedarme en Harvard. Voy a estar trabajando de research assistant (¿qué otra?) con un profesor, en la Escuela de Salud Pública. Que me acabo de enterar, y les comparto, que no viene siendo lo mismo que la Escuela de Medicina. Ahí estaré este verano, y viviendo en casa de Jane mi amiga que amablemente me ofreció posada. Y esta es la prueba de que Dios provee, porque como mi Visa de estudiante se vence proximamente, paso a ser un turista cualquiera y recibir compensación monetaria por cualquier servicio pasa a ser ilegal. Por tanto, no tener que pagar renta resulta bastante conveniente.
Por ahora, es el plan. Sé que no suena tan divertido, pero lo bueno de que no haya contrato, es que ora si que si no me hallo, pus me voy pa mi rancho.

martes, 20 de mayo de 2008

¡Wow, ya entendí cómo funciona esto de la mercadotecnia! Apenas ofrecí premios, la popularidad del blog aunentó como nunca. Así que ahora lo haré de nuevo, pero con el número 600.



¡PARTICIPA Y GANA EN
AN ORDINARY PERSON'S GUIDE TO!


Hoy celebramos el 600 visitante, ¡y queremos premiarlo!


Como en AN ORDINARY PERSON'S GUIDE TO nos esforzamos por ser cada día mejores, ahora ofecemos premios a más ganadores.
Si tu número de usuario está entre 600 y 608

¡Ya ganaste!


Escribe un correo con tus datos a marce_marce@hotmail.com, que me contenga la frase
"¿Sí de favor me das un premio?"
y prepárate para recibir

¡Tarjetas de presentación de candidatos a doctorado en Harvard!
Diviértete aprendiendo a pronunciar los nombres de los increíbles personajes.
Además, podrás escoger la tarjeta que prefieras.
Son 25 diferentes
¡Intercámbialas y forma tu colección!

jueves, 15 de mayo de 2008

El día de hoy le traigo a la venta

Vaya vaya, qué revuelo ha causado el termo. Recibí 4 mails al respecto, que para mis estándares es mucho. Lo digo porque en mi otro blog llevo todo el semestre incitando a la gente a que participe, y no lo he logrado. Incluso, si mal no recuerdo, ofrecí una playera de Harvard, recién lavadita y todo, a quien tuviera más participación en las discusiones de los temas. ¿Saben cuántos comentarios recibí al respecto? NI UNO. En cambio ahora, ofrezco un termo medio pinchón, la verdad, y resulta que hay controversia.
A todo esto, ya hay un ganador: Armando Josué Ángel. Y no, no estoy haciendo trampa y dividiendo el premio entre tres. Todos son sus nombres. No tengo el gusto, Armando Josué Ángel, pero...
¡¡¡MUCHAS FELICIDADES!!!
Ahora bien, este muchachito ha decidido ceder su premio a Pepe Flores. Yo sé, yo sé, yo tampoco entiendo cómo podría rechazar tan maravillosa oferta. ¡Un termo de Harvard! Pero, ¿qué quieren que les diga? Armando Josué Ángel es muy buen amigo y quiere premiar a Pepe. Así será, pues.
Pero no se preocupen, en An Ordinary Person's Guide To* todos ganan. Tengo varios premios, y todos los lectores tendrán derecho a uno, a escoger. Pero como aquí dicen "First come, first serve." O, más mejor, como dicen en el huacal: "Al que apaña Dios lo acompaña." Así que apúrense a apañar su suvenir.
Perdón si algunos no suenan emocionantes o atractivos. Perdón si otros en realidad no caben en la categoría de premios. Recuerden que vivo de una beca. A esto sumémosle que con la temporada de verano, se terminaron las conferencias con comida gratis, lo cual tuvo un fuerte impacto en mis finanzas. Haré mi mejor esfuerzo.

Si mire buenas tardes señores usuarios el día de hoy les traigo a la venta. Es la colección de los artículos sustraídos, encontrados o de otra manera obtenidos en el campus universitario o en sus alrededores.

Se va a llevar la corona de lentejuelas verdes, objeto arqueológico rescatado de las ruinas del San Patrick's Parade. Le contiene las lentejuelas en las distintas tonalidades de verde. Es el perfecto atsesorio para usted damita que le combina con el resto de su atuendo.

Usted se puede llevar también el portagafetes de Harvard, que le viene con un pliego de papel conteniendo un grabado del nombre de esta su servidora. Es un bonito colgijo, decorativo para su cuello, que le sirve para sustituír los crucifijos que espero que nadie traiga colgados.

Se va a llevar así mismo el otro portagafetes, en colores vino y gris, que le servirá a usted, caballero oficinista, para portar lo que es la CURP o cualquier documento semejante que en la vida ajetreada de hoy en día uno siempre debe de portar consigo.

Sí, en la oferta del día de hoy le traigo también, damita, caballero, la colección de plumas con distintos colores e insignias, de las diferences conferencias, eventos, cordinaciones, instituciones y organizaciones dentro del plantel educativo.

Es así que le ofrecemos, señor, señora, el libro titulado "Creando una vida juntos," dedicado a la tarea de encontrar el amor en una pareja. Este libro le contiene lo que son los consejos amorosos para las parejas especialmente homosexuales pero así mismo también funciona del mismo modo para parejas de los sexos opuestos. Es decir, damita caballero, que si usted busca el amor, este libro, obtenido como donación por parte de un coleccionista anónimo en las calles antiguas del barrio de Cambridge, es justo lo que necesita.

Y para los más aventurados, les manejo lo que son los folderes o papeles membretados con la insignia de Harvard estampada, originial, por si quieren trabajar las falsificaciones de documentos en caso de que esta sea su voluntad o su necesidad según el caso.

No se apene, damita, caballero, levante la mano el que dice 'yo quiero'. No se angustie, tampoco, que el pan alcanza aunque sea poco.

miércoles, 14 de mayo de 2008

¡PARTICIPA Y GANA EN
AN ORDINARY PERSON'S GUIDE TO!

"AN ORDINARY PERSON'S GUIDE TO" reconoce el cariño y la atención de sus lectores. Hace más de un mes inauguramos un contador en este tu portal de internet. Próximamente celebraremos el 500 visitante
¡y queremos premiarlo!
Revisa el reverso de este envase (hasta abajo del blog) para ver si eres el número ganador.


Si eres el número 500
¡ya ganaste!

Envía un correo electrónico con tus datos y con un breve comentario sobre este blog y sobre lo bien que te cae su autora, a la dirección: marce_marce@hotmail.com Y prepárate para recibir, a mi regreso...

¡Un termo de Harvard!
Con la insignia de la Casa de Estudios
Es rojo, tapa blanca, dice "HARVARD RECREATION" y es

Totalmente nuevo

En caso de recibir dos o más correos jactándose de ser el visitante número 500, el ganador se determinará en base al comentario anexo. El comentario ganador será aquél que mejor eleve el buen humor y el ego del jurado.

lunes, 12 de mayo de 2008

Palabra mía

Adivinen qué... ¡Encontré la biblia de Harvard! De esa que el otro día les platicaba. Les comparto algunos fragmentos:

Parad vuestras orejas o afilad vuestros ojos, hermanos lectores, dejad que la sabiduria entre en vuestras vidas y en vuestros corazones. Leed atentamente los versículos siguientes.

"En aquél tiempo, un hombre rico preguntó a un pastor 'How are you doing?' Y el pastor, que hablaba inglés, quiso contarle al hombre rico la historia de su vida, para responder a su pregunta. Pero el hombre rico no deseaba escucharle, le dio la espalda y se alejó caminando. Al día siguiente, un hombre pobre preguntó al mismo pastor 'What's up?' El pastor intentó describir al hombre pobre lo que había ocurrido aquél día. Pero el hombre pobre no deseaba escucharle, le dio la espalda y se alejó caminando. El pastor, confundido, recurrió a su maestro, quien le dijo "Pastor, cuando alguien te pregunte 'how are you doing' o 'what's up', deberás responder posando la misma pregunta. Jamás deberás ofrecer una respuesta, puesto que el hombre se alejará sin escuchar a tus palabras. Lo mejor será que no contestes a sus preguntas. Ese será tu sacrificio."

En aquél tiempo, el maestro dijo a sus apóstoles:
"Hermanos, si el día del juicio final os encontráis confundidos respecto a exactamente qué habéis hecho tanto tiempo en la biblioteca, en vuestra computadora o en vuestra vida en general, no temáis. Decid que habéis hecho research.
Hermanos, si un día os encontráis hambrientos y no sabéis cómo conseguir el vino y el pan, y queréis obtener una beca o un patrocinio, no temáis. Decid que queréis hacer research.
Hermanos, si un día os encontráis sin un techo sobre vuestras cabezas, y queréis pedir posada en los portales de Harvard pero no queréis tener que ordeñar el conocimiento de los profesores en las aulas, ni asistir a sus clases, no temáis. Decid que planeáis hacer research.
Hermanos, jamás deberáis preocuparos por explicar sobre qué versará vuestra research, cómo la llevaráis a cabo ni, mucho menos, cuál es el fin último de vuestro emprendimiento. No temáis. Tened por seguro que nadie jamás os preguntará ni cuestionará vuestros nobles propósitos."

Un arcángel se apareció en la televisión del gringo y le dijo:
"Gringo, tú eres la persona más importante en el mundo. Cuando llegues tarde a una conferencia, no deberás preocuparte. Cruzarás frente al orador y te sentarás en primera fila. Cuando quieras salir a mitad de la conferencia, saldrás, y nadie pensará que eres descortés."
El gringo escuchó atentamente al arcángel. Al día siguiente, llegó tarde a la conferencia, cruzó frente al orador, se sentó en primera fila. A la mitad de la conferencia quiso salirse y se salió y nadie pensó que era descortés.
La siguiente noche, el mismo arcángel se apareció en la televisión del gringo y le dijo:
"Gringo, tú eres la persona más importante en el mundo. Si llega el ocaso y no has comido mantequilla de maní y puré de patata, debes comerlos antes de que el Sol se esconda. No deberás sentirte avergonzado de comer mantequilla de maní y puré de patata, pues el Señor los ha puesto ahí para que sus hijos puedan disfrutarlos. Deberás comerlos todos los días o si no Él se enojará, y en tu tierra lloverá una plaga de hoces y martillos."
El gringo escuchó atentamente al arcángel. Al día siguiente comió abundante mantequilla de maní y puré de patata. También comió emparedados con budín y biscochos con jalea de arándano.
La siguiente noche, el mismo arcángel se apareció en la televisión del gringo y le dijo:
"Gringo, tú eres la persona más importante en el mundo. Las fuerzas del mal están sueltas, y deberás luchar contra ellas. El Señor te ha puesto ahí para que ilumines a las almas que viven en la obscuridad. No deberás temer, que el eje del bien está contigo."
El gringo escuchó atentamente al arcángel. Al día siguiente bombardeó Afganistán.

sábado, 10 de mayo de 2008

Los diez mandamientos

La vida académica en Harvard es toda una religión. Y como cualquier religión, tiene sus normas de conducta claramente establecidas. Aunque no he encontrado el testamento por escrito, estoy segura de que en algún lugar lo tienen guardado. No dudo un segundo que los académicos bien acomodados se reúnen los domingos a adorar al Dios de la investigación en un altar en la biblioteca, y tienen sus rezos y cánticos para orar y pedir por la inteligencia y el buen juicio del mundo. El pastor ha de decir algo así:

"Hermanos, nos encontramos aquí reunidos para celebrar la alabanza y gloria de la templanza y el conocimiento. No temáis a la obscuridad del socialismo. En cambio, reconoced en vosotros la luz de la sabiduría para iluminaros, para mostrar el camino fuera de aquellas tentaciones, para nuestro bien y el del resto del mundo. Esparcid en el sur la vid de vuestro conocimiento, que habéis cosechado en la viña del norte del señor. Citaos los unos a los otros.* Cread bibliografías y notas al pie que sean más vastas que vuestros textos. Inventaros las preguntas que os permitáis luego proveer las respuestas. Aplaudios los unos a los otros, reconoced vuestros aciertos como hermanos."

También, estoy segura, tienen por ahí escritos los diez mandamientos de los académicos en Harvard, que, me imagino yo, han de ser algo así:

  1. Odiarás a Yale sobre todas las cosas*
  2. No entablarás amistad con nadie (en vano)
  3. Santificarás la palabra “research” y la repetirás tantas veces como canten los gallos
  4. Honrarás a Friedman, a Sachs, a Stigliz y a Obama
  5. No dirigirás la palabra a tu prójimo
  6. No fornicarás
  7. No desearás a ningún hombre ni ninguna mujer, y te concentrarás en estudiar, y no levantarás la vista de tus libros para que el deseo mundano no invada tu cuerpo.
  8. No pactarás con Chávez, Castro, Ahmadinejad o Lucifer
  9. No defenderás a los infieles como Osama o Hussein
  10. No cometerás plagio, y en cambio repetirás todo lo que han dicho los otros pero siempre pondrás un pie de nota que indique que lo han dicho los otros.

* Ambas frases en co-autoría con Pepe Flores. (Hay que reconocerlo, porque no quiero que me tachen de infiel que plagia sin citar)

viernes, 9 de mayo de 2008

Lleve lleve su suvenir...

Desde que fue semanasanta (como dirían los pueblerinos), Harvard se ha convertido en una atracción turística. Te trabaja los orígenes varios, pero más que nada los visitantes vienen siendo los asiáticos en sus distintas modalidades (chinos, japoneses y coreanos, principalmente). Como me jacto de ser "totalmente jarvar," me auto-proclamo autorizada para hablar de 'ellos, los turistas', cual si fuesen una especie ajena a mí.
Una de sus actividades favoritas (suya d'ellos de los turistas) es posar para la foto junto a la estatua de John Harvard. Aquí señalo (sin mencionar nombres para no incriminar a Enrique), que uno de mis visitantes procedió a hacer lo propio y se tomó una foto con la esfinge.
La foto generalmente incluye lo que es el sobado de pié de la estatua. El zapato ha sido frotado tantas veces que ya es dorado, a diferencia del resto de la escultura que es de un color que no sé cómo se llama pero no es dorado. Aunque cuentan las malas lenguas que el origen del color del zapato no es el frotamiento constante por parte de los turistas, sino el hecho de que uno de los ritos de iniciación para algunas fraternidades es hacerse de la chis (perdón la naquez) sobre el zapato de John Harvard. Así que, Enrique, espero que después de tu fotito te hayas lavado las manitos.
Como cualquier ente en este mundo subyugado por el capitalismo (ah verdad, que me voy a los llunaiteds y que les regreso marxista, ¿se imaginan?) Harvard decide lucrar al respecto. Así, crea su changarro de los tours por el campus. En una ocasión, 'me subí' en uno de los recorridos, toda naquita y sin pagar. No porque me interesaran esas patrañas de turistas, sino pus nomás ahí de metiche. Y no, sinceramente, no lo recomiendo. Pura ñoñada: que si esta es la biblioteca fulanita, que si aquél edificio es tal por cual. También se sacan las historias, ya saben, anécdotas chafitas que les gustan a los turistas: que si el fundador de Widener se ahogó en el Titanic, que si su espíritu todavía nos ronda, y que si el decano tiene un affaire con el líder del sindicato de trabajadores de los baños.
Para nosotros los locales, estos repentinos visitantes pueden resultar una fuente incesante de divertimientos. Por ejemplo, ayer presencié un evento muy jocoso gracias a una familia de españoles que paseaban por el campus. Les platicaré, pero por favor lean los textos en rojo con acento de españoles, porque eso es lo más chistoso de todo.
Un chavito de unos 8 años venía quejándose amargamente: Que no entiendo por qué hemos venido a este lugar.” La mamá, paciente, contesta “Hemos venido porque es un lugar lindo, mira que lindos son todos los edificios.” El niño insiste “Pero es que tu me has dicho que íbamos a subir a un bote para ver a los ballenatos.” En eso, interviene el papá, que evidentemente ya se había exasperado con las quejas de su hijo. “Mira, agradece que te he traído a que mires esto ahora, porque con lo que me ha dicho tu profesora el mes pasado, es seguro que tú aquí no regresas jamás.” La esposa se le quedó viendo con cara de indignación, seguramente pensando “¿Con qué clase de monstruo me he casado?” No pude evitar reírme en voz alta, y los tres implicados me voltearon a ver, con una mirada que con sobrada razón me preguntaba: “¿Y tú qué coño estás mirando?”
Bola de turistas, novatos. En cambio yo ya les trabajo lo que es la playera, mochila y termo con la insignia universitaria. Lo mejor de todo es que las tres cosas las obtuve gratuitamente. Por ejemplo el termo me lo saqué en una rifa en la clase de spinning. Por cierto, si a alguien le llevo de regalo un termo rojo con tapa blanca y que dice "Harvard Recreation," no es el mismo, ¿okey? El caso es que ahora tengo mis paquete de suvenirs distintivos y me paseo con las tres cosas a la vez por el campus. ¿Qué tan no turista soy?
Okey, okey. Tal vez sí sea UN POQUITO turistoso, sobre todo si le agregamos el factor "cara de turista", que implica mirar los paisajes con la boca abierta, y luego sonreír. Y es que es justo confesar que la nueva estación ha transformado el lugar, llenándolo de flores y árboles de todos los colores. Cambia tan rápido, además, que todos los días me sorprende.
Tal vez también un poco turistsoso es la falta de dominio de las botas impermeables, que quedó demostrada hoy cuando sutilmente volé escaleras abajo. Lo malo de esta caída fue que, a diferencia de otras que he tenido en estos meses de nieve y escalones mojadas, no venía sola. Iba caminando con un nuevo amigo, Ben II, y sus amigos. Si hay algo peor que azotar como una tabla, es tener alguien que se agache a ayudarte, porque lo único que en ese momento quisieras es que tu desliz hubiese pasado desapercibido. Pero no, casualmente Ben lo notó. No sé si fue el ruido de mi cuerpo contra el pavimento lo que llamó su atención, o el hecho de que estábamos platicando y de repente dejó de ver mi cara. El caso es que se dio cuenta de mi 'ligero tropiezo' y como buen gringo, muy propio, se agachó a ayudarme. Yo me hubiera atacado de la risa si alguien más se hubiera caído. De hecho, de todos los presentes, fui la única que se rió. Tal vez mi caída fue tan monumental que dejó de ser chistosa y se convirtió en preocupante para los expectadores.
Sea como fuere, no cabe duda de que tengo que amaestrar el arte de caminar por las calles mojadas para poder seguir llamándome local. Y dejar de ver el paisaje con la boca abierta. Y dejar de creer que es chido portar playera, bolsa y termo de Harvard cada vez que voy al gimnasio. Tal vez más fácil será ya no jactarme de ser local y atenerme a mi permanente estatus de turista desubicada.

domingo, 4 de mayo de 2008

Mis logros

Si no escribí en toda la semana no fue por falta de ganas, ni de cosas que contar. Fue, desgraciadamente, por exceso de carga de trabajo. En verdad no sé cómo sobreviven mis cohabitantes durante toda su carrera. Yo sólo llevo tres clases (la mayoría llevan 4), una de ellas es relativamente tranquila en cuanto a exigencias, y aún así me estoy volviendo loca este par de semanas.
Acuñemos, pues, responsabilidades: todo es mi culpa por dejar las cosas al último. Por primera vez en un buen rato, fui estudiante de tiempo completo. Pero, aparentemente, se me olvidó lo que esto implica, porque una de las últimas cosas que hice fue estudiar. Ahora que las clases terminaron, que me senté como estudiante en Harvard por última vez (snif snif), vale la pena tomar un momento para reflexionar. Reflexionar, esto es, sobre las cosas que estuve haciendo y que, de una u otra manera, me distrajeron y ahora son culpables de que tenga pendientes aproximadamente 3000 cuartillas por leer, y 40 páginas por redactar.
La siguiente lista enumera mis más destacadas actividades durante mi estancia en Harvard, sin ningún orden específico:
  1. Me dediqué todo el semestre a asistir a congresos, conferencias y pláticas.
  2. No falté a ningún evento de convivencia de los dormitorios.
  3. Me hice bien amiga del chef Steve, quien ya sabe mis preferencias, ridiculeces y alergias a la comida y todos los días me dice lo que puedo y no puedo comer.
  4. Me hice bien amiga de los otros cocineros, que ahora me regalan comida los viernes en la noche, cual si fuese yo una pequeña pordiosera.
  5. Descubrí 13 lugares diferentes de café gratis en el campus
  6. Gasté, gracias a los 5 apartados anteriores, una cantidad jocosamente baja en comida y provisiones.
  7. Compré, con los ahorros producto de lo arriba mencionado, tres pares de zapatos de tacón, y usé uno de ellos una vez (ver entrada anterior).
  8. Ofrecí lo que vienen siendo mis servicios de traductora al español en varias ocasiones.
  9. Me pasié por todas las bibliotecas, edificios, museos y, ultimamente, jardines.
  10. Me uní a un par de asociaciones estudiantiles.
  11. Te manejé lo que es el turisteo en Boston al menos 8 veces, y dos a Nueva York.
  12. Me gané el reconocimiento de mi moderador como "la única en el pasillo que habla con otras personas."
  13. Frecuenté (aunque no tan frecuentemente) las clases de espining, yoga, abdominales, 'reto a intervalos', condicionamiento muscular, y otras mariconeces semejantes.
  14. Llevé a cabo un estudio sociológico de los gustos y costumbres de ligue y cortejo de muchachos de distintas nacionalidades: argentinos, griegos, indios, canadienses y gringos.
  15. Me enamoré de un etiope y después de un gringo que se cree latino.
  16. Obtuve una propuesta de ser la amante de un francés que tiene novia en su país y de casarme con un zambiano que me prometió convertirme en enfermera.
  17. Me enemisté con el equipo editorial de la revista más importante de estudiantes de licenciatura por 'diferencias ideológicas', expresadas hostilmente por mi parte cuando les dije que me parecía que su tema de portada era egocéntrico, aburrido y sin fundamento.
  18. Te trabajé lo que es el teatro, los chows, el musical, y uno que otro concierto.
  19. Conocí a los que probablemente serán los siguentes presidentes/secretarios/ gobernadores/ dueños/ de México. Y en más de una ocasión hice el ridículo frente a ellos.
  20. Logré esparcir mi reputación de: "la freak que se ríe sola por los pasillos," "la freak que nadie conoce pero se aparece en todos los eventos," y "la freak que si te ve pasar a 20 metros a la redonda va a gritar tu nombre (mal pronunciado) y correr torpemente hacia tí para platicar hasta que se te ocurra una excusa para irte."

Como ven, mi semestre fue extremadamente provechoso. Ya viéndolo así, no tengo por qué quejarme de la carga de trabajo que tengo ahora. Díganme, si fueran yo, ¿no estarían orgullosos de sus logros durante estos cuatro meses?