viernes, 5 de junio de 2009

Por los aires de terciopelo

Pues por azares del destino, con ayuda de mi ángel de la guarda y de alguna que otra conocencia, contrario a todo pronóstico, me encuentro sentada en primera clase de un avión de México a Madrid, rodeada del puritito terciopelo de la tripulación.
No fue así desde un principio. Estaba yo sentada con toda la pelusada cuando llegó la amable señorita a decirme que la siguiera y la seguí, tan obediente. Hasta pude escoger entre ventana y pasillo. Quise la primera porque me gusta asomarme y más cuando es de noche y la luna se refleja en las alas del avión.
A mi lado viaja un señor que apenas llegué y me tendió la mano para presentarse. Gonzalo Blanco, me dice, mucho gusto, seremos compañeros de asiento. Quiúbole rumi, le digo, que ya ven que la fineza siempre se me da. Me acomodé en mi amplio asiento, consciente de la importancia de fingir que estos lujos son naturales y cosa de todos los días, muy propia cual señorita acaudalada o lo más señoritezca que pueda yo parecer, tampoco será tanto por mucho que me esfuerce.
A los pocos minutos mi rumi dijo que ahora volvía, y es hora que no ha vuelto desde hace más de 20 minutos. No es que me angustie ni me haga falta, al contrario, qué bueno que se fue un ratito porque así me dio tiempo de explorar la maquinaria que me rodea.
No es cosa fácil, no se crean, estoy rodeada de una cantidad absurda de aparatejos que ofrecen todo tipo de comodidades y divertimentos. Pero está canijo descubrirlos todos y aprender a manejártelos sin hacer evidente que soy medio retrógrada en el mundo de la tecnología. Acá ando, entonces, picoteando botones y jaloneando palancas según yo disimuladamente. Encontré una tabla extraña que, después de luchar un rato y de expresar con chasquidos mi falta de entendimiento, comprendí que su función es la de brindarme un poco de privacidad ante el rumi que aún no regresa. En el respaldo de enfrente hay una cosa que yo creí que era la pantalla de televisión, hasta que vi al ejecutivo de adelanta sacar la suya pantalla de otro lugar y, discretamente, le copié.
Justo ahora llega el rumi, quien ya me trata de “Marcelita”, y qué bueno que no estuvo aquí hace algunos minutos cuando, sin el menor disimulo, saqué a relucir la nacolinez apachurrando todos los botones que acomodan el asiento de 85 maneras distintas y emitiendo pequeñas exclamaciones de asombro tras cada nueva posición que descubría. Vergonzoso. Pero aquello quedó en el pasado y ahora me encuentro en pleno dominio de la situación.
Se está haciendo de noche, abajo nubes como pasto, al lado el Sol que es una franja anaranjada, y arriba el cielo más azul.
Obviamente, el que es perico donde quiera es verde, aunque la mona se vista de seda, y yo tenía que salir con mi chistecito. Quise verme muy adaptada sacando como si nada mi tele, y chin, que se me complica. Don Gonzalo amablemente me ayudó. Y luego de pronto que aparece el señorito por tercera vez ofreciendo almendras y canapés. Desde luego que quiero los míos, si no me los como ahorita me llevo mi itacatito para mañana en el aeropuerto cuando me encuentre de vuelta entre los comunes. Así que quise mi porción, pero al intentar sacar la mesa, que se me atora con la tele que olvidé cerrar. Perdón, joven, un golpecito ligero a la pantalla, un rayoncito ligero, cosa de nada, no se fije, y el joven me mira con una sonrisa de paciencia y condescendencia. Pero yo ahora trago jamón serrano y queso brie y me dispongo a ver las películas que me ofrece el catálogo.
Ya mañana, me arrastraré sin dignidad por el piso del aeropuerto de Madrid cuando tenga que dormir ahí para esperar mi vuelo a Holanda al día siguiente. Pero por ahora, me apoltrono en mi cama voladora y disfruto de esta hermosa vida de ricos.

3 comentarios:

Enrique Torre Molina dijo...

Eres de oso y te amo.

SG dijo...

Hey... yo estoy en Madrid... De haber leido antes tu blog me hubiera dado una vueltecita por el aeropuerto para que me compartieras de tu itacate de lujo! ja... estare de nuevo al pendiente de este buen blog!... suerte en Holanda.

Anónimo dijo...

Joey

Hey leer esto es como la tercera temporada de la seria Marce no me perdere el estreno de cada capitulo , mi baby te extraña quiere a su madrina bautizadora jajajaja