martes, 17 de junio de 2008

1. La llegada

Llegar a un lugar nuevo nunca es fácil. Al menos no para personas con tendencias a sufrir de frecuentes episodios vergonzosos que conducen a la pérdida de estilo. Por supuesto que yo no soy de estas personas. Pero si lo fuese, tomaría las siguientes precauciones:

  1. Antes de salir de tu casa en México, apunta la dirección exacta de tu destino. Harvard es un lugar grande, y si no sabes a dónde quieres llegar, corres el riesgo de que un taxista desconsiderado te aviente con todo y maletas a media tormenta de nieve, justamente en pleno centro social. Bien vale la pena tomar precauciones en este respecto, para evitar que una escena ridícula sea la primera impresión que proyectes a tus futuros compañeros (porque los potenciales observadores de este evento jamás se llamarán a sí mismos tus amigos)
  2. Si olvidaste apuntar la dirección, o el plan anterior falla por alguna otra razón, asegúrate de dar una buena propina al taxista (un dólar NO se considera buena propina.) De este modo, quizá logres minimizar su desconsideración y te abandonará en algún punto menos concurrido, en el que tu reputación no quede arruinada desde el primer instante.
  3. Si viajas con tu mamá, o con algún otro acompañante, podría parecerte buena idea aprovechar que tendrás derecho al doble de equipaje en el avión. Sé que suena tentador viajar con absolutamente todo lo que necesitarás durante tu estancia, incluyendo un par de botellas de shampoo y tu tapete de yoga, por si acaso. No lo hagas. Hay oportunidades en esta vida que vale la pena dejar ir: ésta es una de ellas. Atascar cuatro maletas gigantes, además de otra serie de bultos que te cuentan como “equipaje de mano,” puede traer consecuencias negativas. En primera, no le simpatizarás a tu moderador, quien se verá obligado a ayudarte a cargar las maletas en el edificio que NO TIENE ELEVADOR. En segunda, tu estrepitosa llegada llamará la atención de todos los demás residentes, quienes se asomarán para ver quién es el nuevo residente que llegó con su mamá y toda su casa. En tercera, cuando quieras regresar a tu país, te verás en problemas pues, por simples matemáticas, no podrás transportar el equipaje de 4 maletas en la mitad de espacio. (Y no, no todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar.)
  4. Si viajas con tu mamá, preséntala como tu asesora de tesis. Así quedarás como todo un académico, acreedor de tu lugar en ese lugar, y no como una niña que nadie entiende por qué está en la escuela de postgrado.
  5. Si viajas con tu mamá, ten cuidado de que no se resbale en la nieve cuando salgan a conocer la ciudad.
  6. Si viajas con tu mamá, y ella es fiel practicante del arte de la imitación, pídele que sea discreta cuando imite a las personas de origen asiático. Sugiérele que, aunque su imitación evidentemente no sea en ningún idioma real, y aquellos imitados no entiendan lo que ella está diciendo, sí pueden sentirse aludidos con los gritos estilo karateca, que ella profesa cada vez que están cerca.
  7. Definitivamente, viaja con tu mamá.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien calvus..... para cuando vayas a Francia, que te vuelva a acompañar

Dadry

Eric Uribares dijo...

y si viajas con papá? Tu mamá puede imitar a Yaqui Chan?