¿Quién hubiera dicho que tendría la suerte de participar en la ceremonia de graduación de Harvard 2008? Y, lo que es más, ¡que pasaría a formar parte de la sociedad de exalumnos de la universidad!
La celebración se llevó a cabo el jueves, en el patio central de Harvard, en medio de una llovizna y un frío desafortunados y sorpresivos, ya que dos días antes estábamos a 30 grados. Mis motivos para asistir a la ceremonia fueron varios. Por un lado, pus nomás de chismosa para ver el tan anunciado chow, pasearme entre gente en togas y gorritos chistosos, y para sentir en carne viva la ñoñez de 3 mil estudiantes concentrada en el aire del jardín. Por el otro, porque la oradora principal era J.K. Rowling, la mismísima escritora de Harry Potter, y ahora sí que me dio curiosidad ver qué nos platicaba. Con todo y que sus libros me gustan mucho, no me esperé un discurso tan bueno. Pero vámonos por partes.
Llegué con Jane y, con toda tranquilidad, nos formamos para entrar. Después de varios minutos de avanzar y ya a pocos metros de la entrada, una srita bastante descortés nos indicó que debíamos apartarnos de la zona. Aparentemente no era la fila para entrar, sino que estábamos siendo partícipes, sin saberlo, del desfile de exalumnos. A juzgar por el estado físico de los hombres y mujeres que nos rodeaban, calculo que nos encontrábamos entre una generación de por ahí de los sesenta, si no es que anterior. Ahora que reflexiono no sé cómo no notamos antes Jane y yo los carteles y banderas que sostenían las personas a nuestro alrededor, y que vistos desde afuera eran muestra clara de que aquello era una procesión organizada. Molestas por la falta de discreción de la señorita, que con su elevado tono de voz y su mano apuntándonos hizo favor de evidenciar nuestro error ante todos los presentes, Jane y yo tuvimos que salir de la fila y buscar otra forma de entrar.
Lo que yo no había calculado era que el evento requería boletos que, extrañamente, no estaban en nuestra posesión. Qué calumnia. Pero el ángel azteca no me deja sola y mi mexicanez estaría ahí para salvarme. Ricardo me llamó en ese momento para darme instrucciones sobre cómo colarnos por un pasadizo secreto. No sólo eso sino que él y Mara ya habían apañado cuatro asientos, cómodos y bien ubicados. Como debe de ser. Así que me senté, tranquila, a ver el desfile del que anteriormente fui parte y a presenciar cómo los otros perdedores con boleto en mano, se peleaban por encontrar lugar.
Desde nuestro palco observamos toda la parafernalia: los pronto-a-ser-graduados vestidos en túnicas y gorritos simpáticos y rodeados de todas sus familias, la banda estudiantil poniendo el ambiente con música de marchas, banderas ondeando y escurriendo a los desdichados que estaban abajo de ellas... Había también ciertos personajes folclóricos, cuyas togas no sé si significaban un estatus especial en la academia, o estaban disfrazados de algún personaje de Harry Potter.
Cuando al fin terminó el eterno desfile, empezaron los discursos. El primero en hablar fue el presidente de la asociación de exalumnos de Harvard. Para este punto yo ya estaba bastante aburrida y las palabras del susodicho me parecían irrelevantes. Pero a medio discurso, Mara hizo un comentario que cambió por completo la situación. Me dijo que ella y yo ese día también dejábamos de ser alumnas de Harvard oficialmente y, según ella, inmediatamente pasamos a ser parte de esta asociación.
¡Válgame Dios! ¡Pero qué descubrimiento! ¿Se dan cuenta de lo que eso implicaba? ¡Implicaba que la fiesta era también mía, yo también me estaba graduando! Tal fue mi emoción que estuve a punto de levantarme de mi lugar y pasar a sentarme con mis colegas, el resto de los graduados. Recapacité sólo porque me habría sentido muy fuera de lugar sin mi capa y mi sombrero. Pero a partir de entonces puse mucha atención porque quería saber todo sobre mi nueva asociación. y sobre los hermosos deseos que todos tenían para nosotros, la nueva generación de graduados de Harvard. Miento. Me perdí algunos detalles de los discursos, pero sólo porque estaba imaginándome a mí misma en unos años, cuando regrese como exalumna y ninguna señorita me pueda sacar de la fila así nomás. Después habló la presidenta, Drew Faust, quien dio una especie de Informe Presidencial sobre lo que hacen con los 35 millones de dólares del endowment, o las ganancias. Es sólo justo que nos rinda cuentas a nosotros, los alumnos, quienes somos alma y motor de la universidad.
Además de la falta del autfit correspondiente, la otra cuestión que amenazaba la autenticidad de mi estatus como graduada de Harvard era mi falta de conocimiento del himno institucional. Pero no se preocupen, soy bien buena en mover la boca, y de vez en cuando el resto del cuerpo, con entusiasmo al ritmo de la música y fingir como que conozco la letra, entonces no creo que nadie se haya dado cuenta. Sólo tal vez Jane, que estaba a mi lado y sí noté que me miraba de reojo, extrañada, y que disimuladamente se alejaba poco a poco de mí.
Finalmente, llegó lo que todos esperábamos, el discurso de J.K. Rowling. Como ya lo dije, me gustó mucho. Me atrevo a decir que es uno de los mejores que he escuchado en este tipo de eventos. Y no lo digo sólo porque haya sido mi graduación. En verdad fue bueno.
Fue una mezcla perfecta entre humor y seriedad, modestia y experiencia. Habló sobre dos cosas, principalmente: el fracaso y la imaginación. Sobre el fracaso dijo que es hay que evitar tenerle miedo, porque no es tan malo: el fracaso nos aleja de todo aquello que no es esencial. Calculó que, probablemente, la mayoría de los graduados jamás lo había enfrentado en realidad, porque lo que uno de ellos considera fracaso, muchas veces es un éxito para otras personas. Pero aclaró que tener la humildad de aceptar que la vida no está bajo el control de nadie y que todos, alguna vez, nos enfrentaremos al fracaso, es una de las cosas más valiosas. "El fracaso es inevitable, a menos de que vivas tan cuidadosamente que, para eso, mejor no hubieras vivido, en cuyo caso, fracasas por default."
También deseó que todos tengamos siempre imaginación. Y no para escribir libros o contar historias (o no sólo para esto). Sino porque la imaginación, según ella, es lo único que nos permite empatizar con otros, aunque no compartamos su experiencia. Podemos evadir esta imaginación, elegir no saber. Pero para ella, "la gente que voluntariamente esquiva la imaginación, acaba por ver más monstruos." La imaginación nos lleva a situarnos en la posición de otros, a entender que el mundo tal cual no está bien diseñado, y nos permite imaginar un mundo mejor.
Cerró diciendo que todos tocamos la vida de otros, simplemente por el hecho de existir. ¿Pero cuánto más somos capaces de tocar? Ser estudiante de Harvard, por ser un privilegio, presenta más responsabilidades al responder a esa pregunta.
Al final, aplausos por doquier. Y en un abrir y cerrar de ojos, Mara y Ricardo me arrancaron mi fantasía de ser graduada de Harvard y me regresaron a la cruda realidad, en la que, por ser una vil mexicana estudiante de licenciatura sin VISA para trabajar, mi misión en ese momento era encontrar un lugar barato para comer.
8 comentarios:
sí, buen discurso.
y qué comiste?
MArcela eres una desgraciada mala hermana!
Cómo se te ocurre ponerme con ese estilo en tu blog?
Me quieres arrastrar a tu estatus de sinamigos?
Creo q yo también debí haber participado en el desfile, porque, después de todo, también fui una exalumna, o qué esas clases que tomé fueron de chocolate?
¿Qué comí? No fue problema, al final. Me encontré tirado un billete chico (con valor de 10.90), y con eso invité hasta las chelas de Mara y Ricardo
jajajajajajaja, no manches, no había reparado en tu foto de Bostoniana, jajajajaa, toda abrigadita......jajajajajajaja que buena está jajajajajaja
muy bueno... y eso de traerte de regreso a la realidad, pues en fin. y sí... la imaginación es así y el mundo mejor que imaginamos no es el mejor.
Chidas tus fotos... jejeje.
un abrazo grande!
Cuales Chelas me invitaste?
No recuerdo????
Ricardo
�rale que chido, pero igual no deja de ser un poco extra�o que escojan a j.k. rowling para dar el dicurso, no? una escritora suuuper millonaria representando la imagen del �xito...
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