jueves, 6 de noviembre de 2008

Señales

Me cuentan que en una clase, una chica que no soy yo, siempre hace comentarios, por decirlo así, de bajo rendimiento académico. No conozco a nadie que quepa en esta descripción. Pero si lo conociera, me preocuparía que no percibiera que es motivo de comidilla entre sus colegas. No es que no se valga equivocarse, Dios nos libre de la perfección. Mas sin embargo no obstante, hay errores que es vergonzoso cometer a estas alturas. Si estos deslices se vuelven constantes, quizá sea momento de desempolvar los libros…

Hay que ponerse a leer cuando…
• Cada vez que haces una aportación, el profesor responde con un “Sssssí…peeeeero…” O de plano no responde, y continúa su clase como si nada.
• Tus preguntas inician con “Cómo estuvo eso de...”, seguido por generalidades como “el análisis estadístico” o “la química.”
• El profesor pregunta algo, eres la única que levanta la mano, y aún así te ignora y se contesta él mismo (la pregunta no era retórica).
• Crees que la Guerra Fría obtuvo su nombre del clima soviético, que la Cortina de Hierro es un muro que atraviesa Europa, o que la generación espontánea explica los moscos en tu tarro de miel.
• En un estudio general, el profesor acota tus respuestas con un: “Ah, pero es que estudias ______ (inserte carrera escarnecida)” O “Claro, es que eres de Mérida.”

Me cuentan también que en otra clase, una chica que puede que sea yo, siempre repela ante las enseñanzas del prof Derbez. Está bien diferir, pero nadie quiere que se refieran a una como “la intensa.” Al menos no en este contexto.
Hay que bajarle a la intensidad cuando…
• A la tercera clase el profesor maneja tu nombre y predice tus posibles objeciones (“Britny me va a decir que esto no está bien.”)
• Cuando el profesor te da la palabra (ante tus quejidos insistentes y sacudidas compulsivas en la silla no le queda de otra), percibes que tres compañeros recuestan la cabeza sobre el pupitre en señal de resignación. (“Ay no, ahí va otra vez.”)
• Mientras expresas tu argumento, sientes cómo tus mejillas se ponen más rojas que de costumbre o, peor tantito, te anda de lastimar a aquél que osa oponerse a tus ideas.
• Frente a tu estado de agitamiento, el profesor termina la clase temprano y sugiere que la siguiente semana retomen la discusión. (“Es por protección a la integridad física de tu compañero, y la mía.”)
• Los asientos alrededor de ti generalmente están vacíos. Si no, cuando haces una pregunta y buscas algún condiscípulo para comentarla, éste prefiere mirar hacia el profesor como si estuviera poniendo atención.

El reto, pues, es expresar tus inquietudes sin convertirte en hazmerreír o pesadilla de tus camaradas. En todo salón habrá ejemplares de estos especímenes, sólo identifica las señales para asegurarte de no ser tú. O, de menos, adquiere conciencia de que lo eres. Sobra aclarar que nada de lo mencionado me ha pasado a mí. Yo nomás digo…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajja, en clase de liderazgo yo pensaba, ahi va marcela OTRAAA VEZZZZZ !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

JAJA
-OSCAR RIOS

Anónimo dijo...

ahh y cuando hacia una presentacion que hicimos unos periodos anteriores a la clase, y hacias preguntas q ni idea tenia, te queria matar !!! asi literal eh !! jaja

-Oscar