domingo, 6 de abril de 2008

Rescate 911

La maldición me persigue. Salí de México huyendo de él, porque era demasiado espantoso tenerlo en mi vida diaria. Me vine a enclaustar en Harvard con la esperanza de dejarlo atrás. Creí estar segura en este lugar remoto, donde la gente escucha música clásica y jazz cuando se ponen rebeldes. Ya no cruzaba temerosa los pasillos del dormitorio, pues me sabía protegida por las políticas de silencio a todas horas. Dejé de tener miedo antes de entrar a cualquier reunión: sabía que no lo encontraría. Confiaba ciegamente en la intelectualidad y refinamiento de estas refinadísimas personas que ahora me rodean. Por eso me tomó por sorpresa, con la guardia abajo. Cuando me di cuenta, era ya muy tarde. Lo escuché venir desde lejos, pero había demasiada gente y no logré escapar. Irremediablemente, me ví atrapada en medio de una masa de personas que restregaban uno a otro sus cuerpos al 'ritmo' del reguetón.
(A partir de ahora favor de leer con acento de una mujer en Rescate 911 doblada al español).
Sucedió en una fiesta de latinos. Ahora que lo recuerdo, jamás debí de haber ido. Algo en mi sexto sentido me alertó al peligro. Pero los chicos se veían tan entusiasmados de ir que me dije "Qué rayos, iré." Al llegar, Dylan y Melany se encontraban en el porche, sosteniendo sus tragos. Se veían radiantes. "Hola, muchachos, pasen al a fiesta latina," nos dijeron. Mis amigos y yo cruzamos el umbral, sin saber que al hacerlo entrábamos a un infierno del cual no lograríamos salir en muchas y muy largas horas.
Al inicio, el ambiente era jovial. Yo me encontraba platicando con un chico apuesto y pensaba para mí, "Caracoles, qué bueno es estar aquí." Había otras chicas que ya concía, charlamos, tomamos ponche y jugo de grosella. Todo parecía marchar bien.
En realidad, no sé cómo pasó. Recuerdo que ví a un hombre de cintura ancha, camisa abierta y vellos en los pectorales entrar al lugar. A partir de ahí, todo ocurrió muy rápido. Llegaron más como él. Mi vista se nubló con imágenes de camisas rosas y crucifijos dorados. Había mucho alcohol y yo.... yo... no sabía qué hacer. Busqué a Rose, quería encontrarla para decirle que saliéramos de ahí. Sabía que teníamos que huír cuanto antes. Pero fue inútil, uno de los hombres de gran diámetro llegó a ella primero, con un trago en la mano.
Repentinamente, llegó el reguetón. Reconocí al instante sus efectos ponzoñosos cuando la gente empezó a girar sus cuerpos de manera singular, unos contra otros, perdiendo el estilo y la dignidad. Me encontraba consernada y sabía que debía hacer algo para ayudar a mis amigos, pero me atemorizaba el gran tamaño de los hombres de rosa. Al ver que Rose empezaba a sufrir por las contorsiones del hombre que la rodeaba, supe que tenía que actuar. Fue entonces que disqueé al 617* a pedir ayuda.
(Cambio de tono de voz, ahora es el del hombre que recibe la llamada en el 911)
La llamada de la señorita Orraca fue recibida a las doce vienticuatro de la madrugada del sábado cinco de abril. La señorita reportaba un ataque de reguetón, perpetrado por una banda de sujetos de gran masa corporal, portando un atuendo uniforme consistente en camisas rosas y mocasines blancos. La descripicón de los sujetos incluía cabello fuertemente engomado que dejaba al descubierto pedazos de cráneo rojizo. La srita solicitaba el envío de una unidad para transportarla a ella y otra víctima fuera de la zona de contingencia. Lamentablemente, por fallas en la comunicación, no logramos discernir la dirección a la que había que llegar y no nos fue posible acudir a su llamado. Fue hasta unas horas más tarde, tras una fuerte investigación de la zona, que nuestras unidades detectaron el lugar afectado. Para entonces, la susodicha ya no estaba en la zona en cuestión.
(Regreso a voz de traducción barata de mujer)
El rescate no llegaba, yo no me sentía bien y Rose estaba cada vez peor. Su tez palidecía con cada trago y la mía con cada segundo de escuchar aquel martirio musical. Decidí poner manos a la obra y busqué a Dennis. Le dije "Anda, sé un buen chico, Dennis, debes ayudarme a sacar a Rose de aquí." Dios iluminó a Dennis quien en ese momento recobró la razón y logró despejar su mente de las nubes creadas por el reguetón. Entre los dos, sujetamos fuertemente a Rose para arrancarla de los brazos monstruosos del hombre de rosa. La pobre chica carecía de fuerzas siquiera para mantenerse en pié. Sabíamos que teníamos que actuar rápidamente, antes de que otro sujeto nos interceptara. Logramos evadirlos a todos y llegar a la entrada. Lamentablemente no pudimos controlar a Rose por completo y sufrió algunos ligeros golpes al rodar por la escalera. Pero finalmente, logramos escapar. Dennis y yo la llevamos a casa, nos aseguramos de que estaría bien y luego él amablemente me escortó a mí a mi hogar.
Ahora todo es distinto. Me alegro de que todos estamos bien y de que Dennis estaba ahí. Ha sido un ángel, creo que Rose y yo estamos en deuda con él. Le doy gracias a Dios que todo salió bien y que ahora soy libre de correr por los pasillos de mi edificio sabiendo que aquí el reguetón no me amenaza. Sé que aquí, entre mis vecinos chinos, no tengo nada que temer. Pero el miedo ha regresado y ahora tendré que ser más cuidadosa antes de decidir qué umbrales cruzar un viernes por la noche.
*617... es el número de Harvard Shuttle Services, una monada que te manejan, que viene siendo el servicio de que si tú estás en un área cerca a la universidad, puedes llamar y mandan una camionetita que pasa por ti y te lleva a tu cuarto, gratis. Con esto de que te pueden violar si caminas sola por las noches, es lo que viene siendo la prevensión.

9 comentarios:

l&tae dijo...

mi queridisima Marce... pues que decir del 911? pero eso es como el bien y el mal... en todos lados está. es comolas cucarachas no se pueden morir o matar tan facil.
Pero lucha q desde la la Gran Tenoch, te apoyamos por esa idea de un mundo sin regeton!
jajaja... beso. y checa mi nuevo blosssss.

Eric Uribares dijo...

Mmmmmmmm, yo, Isteri, hartísimo de tanto ataque REGUETONERO perpetuado contra mi humanidá, declaro, que saco las banderas blancas y me uno al enemigo¡¡¡¡

atlevetetete¡¡¡

Anónimo dijo...

¡Maldito reguetón! Mars, estoy consternada... La vida es una repugnante tómbola.
Corolario: nunca bajes la guardia.
Por fortuna, estás a salvo.
Así, me quedo más tranquila.
Y te comparto de mi sabia agenda:
Ley de Jerry: Que todo sea distinto no significa que algo haya cambiado.

Emilio dijo...

En todos lados se cuecen habas...

PS Trinche isteri: no puedes unirte al enemigo!!!! Hay que resistir!!!!

PS2 Eso del Shuttle Service suena poca madre. No me lo hubiera imaginado nunca...

Roberto A. Pérez Díaz dijo...

realmente es tan malo????
yo quiero un shttle service xD

Marcela Orraca dijo...

Si, es terrible, roberto, eso no se cuestiona.
Y no, Eric. No me parece tu postura. Bailar atrévete es aún peor que declararte fans de Guadalupe Loaeza o de quien quiera que sea el autor de Caldo de Pollo para el Alma.

Lo del Shuttle es uno de esos encuentros con el primer mundo, que a uno que viene de su humilde país-menos-desarrollado le cuesta trabajo creerse.

Anónimo dijo...

Marce:

Sé que casi nunca comento [mejor dicho, nunca] pero soy fan from hell de tu blog. Te escribo porque acabas de ganar un premio [más informes en mi blog, pepeflores.net]

Saludos desde acá

Anónimo dijo...

Por fin lo logre........... Me doble de la risa cuando lo lei..... junto con tu articulo del tiranosaurio son lo mas divertido... TOK4u..... aunque digas que siempre te anexo comentarios..... y al respecto te sugiero que sigas resistiendote

Ximena dijo...

si en mis manos estuviera, te daria el Pullitzer!!!