lunes, 11 de febrero de 2008

Caldiroun

Es irónico que, después de apenas tres semanas de vivir fuera de México, conocí a mi presidente. Pips, como ahora ya en confianza lo llamo, vino a dar una plática a la Escuela de Gobierno Kennedy, en donde estudiaron él y el mismísimo secretario general de la ONU, Ban Ki para los cuates, entre otras destacadas personalidades.
El evento era VIP, no cualquier gentuza entraba. Había un sistema de loteria para rifar los boletos. Lamentablemente no gané ninguno. Había otros boletos para gente importante, y como aquí todavía no conocen a fondo mi enorme importancia, tampoco me tocó. Peeeero, mi buena suerte nunca me abandona, y el sábado conocí a un Kazajstaní (o no se cuál sea el gentilicio de Kazajstán, ni cómo se escriba) que amablemente me regaló su boleto. Fui la envidia de muchos mexicanos, y uno hasta me ofreció comprarme el boleto. Pero no se lo vendí porque quería hacerle una pregunta muy importante a Calderón. Y porque sólo me ofrecía 10 dólares. Digo, es el presidente, hay que cotizarlo un poco.
El caso es que me tocó. En el camino al auditorio ví los vehículos del gobierno mexicano: 11 camionetas negras gigantescas alineadas para apantallar. Los peatones con miradas atónitas, como observando la imponente armada de un país imperialista. ¿Quién diría?
Ya cuando iba más cerca escuché los gritos de las protestas. Mientras le pedía a una gringuita que me apartara mi lugar en la fila, me acerqué a ver de qué se trataba la algarabía. Resulta que había una mezcla de varias causas manifestándose ante Caldiroun, que le llaman.
Uno de los concurrentes, por ejemplo, protestaba por la guerra en Irak. Le pregunté, nomás por curiosidad, que por qué le reclamaba eso al presidente de México y me dijo que porque él la apoyaba.
-¿Apoco, lo ha dicho abiertamente?
-Bueno, no, pero su partido en general la apoya.
-¿El PAN? ¿Pero Fox no votó en contra de la guerra en el Consejo de Seguirdad?
-No me acuerdo
-Votó en contra.
-Ah, ya veo. Bueno, es un siervo del imperio.
-Ah bueno, está bien.
Otro viandante me contestó: "Estoy en contra de la migración." Yo dije chin, mejor me alejo. Cuando me vio asustada me aclaró "La migración ilegal. Y estoy en contra del TLCAN, también. No hace bien a nadie. Y en contra de Caldiroun. Sí, más bien estoy en contra de todo."
Ya no pude indagar entre los demás porque tenía que meterme al auditorio. Cuando llegó Calderón le aplaudieron, pero no tanto como el jueves a Ségoléne, la verdad. Un señor que quién sabe quién era gritó "Viva México, viva Calderón" y un par de feligreses contestaron "Viva," pero su iniciativa no tuvo éxito.
Calderón habló sobre su gobierno, los logros y retos que le esperan. Lleno de cifras positivas y prometedoras, la política social y económica de su gobierno, etcétera etcétera etcétera. Y al fin, el tiempo para las preguntas.
La verdad, pensé que se iba a poner mejor la cosa. Y todos lo pensaron porque el moderador antes de empezar pidió respeto y señaló a los enormes guardias de seguridad como amenaza a los que no se comportaran. Pero aún así me esperaba mejores preguntas, pensé que la gente iba a hablar sobre lo que él no había mencionado: Atenco, la APPO, hasta de las elecciones pensé que iba a haber preguntas. Pero nada. A mí se me hace que su lotería no fue tan al azar y más bien escogieron a los bien portaditos para darles boletos. O tal vez sólo los bien portaditos estudian en la KSG...
En fin, yo estaba emocionadísima con mi pregunta. Le iba pedir su versión sobre los hechos de Ernestsina Asunción, de Zongolica. (Como algunos saben este tema ha sido motivo de trauma para mí). Pero una vez más, cerraron las preguntas antes de que fuera mi turno. De nuevo, se me hace que algunos feligreses tenían acceso preferencial al mircófono, porque por más que insistimos en que nos dejaran hacer más preguntas, no hubo forma.
Mi decepción en verdad fue enorme y salí del auditorio cabizbaja y con ganas de llorar. En verdad era muy importante para mí preguntarle eso a Calderón, y esto lo digo sin sarcasmo ni exageraciones.
Para compensar un poco mi tristeza, me fui a enredar entre los protestantes a ver qué nueces se cocían por ahí. Conocí a algunos mucho más interesantes que los dos forevers del principio, entre ellos unos indios que estudian acá también y que protestaban por las violaciones a los derechos humanos del gobierno actual. Con ellos me fui a cenar al comedor estudiantil a platicar sobre cómo en nuestros países tercermundistas comemos esquites con limón.

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