martes, 18 de marzo de 2008

Los tres caballeros

Una de las cosas más increíbles de este lugar es que nunca sabes con quién te estás sentando a comer. Cualquiera pensaría que sus nuevos amiguitos mexicanos son unos mortales comunes y corrientes. Inteligentes, probablemente; simpáticos, sin duda. Pero una cosa es una y otra cosa es otra. No me imaginaba que fueran semejantes promesas de creación y brillantez.

Resulta que el viernes, cuando ya mi hermana compartía su presencia conmigo, quise presumirle las bellezas que se encuentran por aquí. Edgar convenció a otros dos paisanos, Ricardo y Alejandro, de que nos acompañaran. Fuimos a escuchar a los hermanos Ying interpretando el cuarteto opus 132, de Beethoven. Tengo que decir que la hermosura de la pieza me impresionó aún más que el hecho de que fuera gratis y a 200 metros de mi casa. Pero también muy interesante fue darme cuenta de quiénes eran mis acompañantes durante el concierto.
El otro día antes de una conferencia escuchaba a dos profesores compatriotas comentar que en Harvard hay un músico mexicano que acaba de ganar un premio. Cuál no sería mi sorpresa al enterarme, semanas después, de que tal músico era nada más y nada menos que Edgar, con quien he compartido comidas y charlas interesantes, de mis primeros hallazgos mexicanos y de mis más agradables conocencias. Me acabo de enterar también de que para el doctorado en música sólo se acepta a un estudiante al año y de que, por lo tanto, Edgar es tal vez uno de los compositores más importantes en la actualidad.
Saliendo del concierto, el plan era ir por una cerveza. Pero claro, estamos en Harvard y no tardaron en surgir los reclamos. "¿Cerveza? Pero ya es tarde y tengo mucho que estudiar." Muy cierto, ¡ya eran las DIEZ de la noche! Y en este mundo de grandes responsabilidades, no nos podemos permitir semejantes desveladas. Mejor acordamos ir por un chocolatito caliente.
A Alejandro lo tuvimos que llevar, literalmente, a jalones, porque insistía en irse a estudiar para su examen dentro de cinco días. Lo que yo le decía, y todos estaban de acuerdo, era que a quién quiere engañar. Todos sabemos, porque nos lo han hecho notar sus compañeros de clase, que Alejandro es casi un genio matemático. Estudia bioestadística y es la fuente de conocimiento favorita de todos los que toman clase con él. Cuentan por ahí que es casi cosa de diario que lleguen uno o dos chinos, o gringos, angustiadísimos, a suplicarle que les ayude a entender cómo le hace para pasar los exámenes. Por suerte logramos que nos acompañara un rato, porque verdaderamente tiene un sentido del humor maravilloso, así que nos alegró la velada. La cosa acabó temprano, por aquello de las responsabilidades, y nos encaminamos a los dormitorios.
En el camino platicábamos sobre el ADN y los genes (el equivalente a hablar del clima en este ambiente intelectual). Ricardo estudia el doctorado en genética y Edgar estaba necio con que quería ver sus genes en un microscopio. Así que justo antes de llegar a nuestros cuartos, Ricardo nos propuso llevarnos al laboratorio. Intrigados, Edgar, Jo y yo quisimos ir. Y bueno, qué maravilla de visita: un tour guiado por el edificio de biolgía a las 12 de la noche. Por supuesto, el buen hombre nos deslumbró con sus vastos conocimientos sobre el tema, paseándonos de cuarto en cuarto entre las más sofisticadas máquinas y las más curiosas fotografías, mientras nos proporcionaba inteligentísimas explicaciones sobre lo que presenciábamos. Está por demás decir que entendí aproximadamente el 5% de lo que nos dijo, pero la experiencia jamás la olvidaré.
Edgar, Ricardo y Alejandro son sólo tres ejemplos. Está también Roberto que ese día no nos pudo acompañar, porque estaba visitando a su novia en Washington, pero es igualmente buena onda y tan destacado que está ya de asistente en una clase a alumnos de licenciatura. Y jamás lo adivinarías si platicas con él, porque no podría ser más sencillo el muchacho.
En suma, quiero decirles a todos los nacionalistas que pueden estar orgullosos. Los mexicanos aquí presentes se han encargado de hacer un buen trabajo en proyectar una imagen digna de sus compatriotas. Tal vez no llegan en carabana de 8 caminonetas blindadas, como lo hizo Calderón el mes pasado, pero al menos tienen algo interesante que decir. Habrá que ver si Fox, que viene la semana entrante, se comporta a la altura o hace gala una vez más de su sabiduría borguiana.

2 comentarios:

Paola dijo...

Wow Marcs!

En vvd que gran experiencia... Síguela aprovechando!!!

Salu2 a Jo y a Kike =)

Eric Uribares dijo...

Voy una comida (cuando regreses) a que Chente mete las cuatro (pa no variar). Jajajaja, ahi les va un tip: pueden sustituir la plática de genes por una relacionada con la crema de maní, dicen que no hay como debatir sobre la crema de maní en esos ambientes....

besos istericos