domingo, 10 de febrero de 2008

Undergraduates

Después de dos semanas, por fin encontré la fiesta. Ayer tenía 5 opciones de fiestas para asistir... Lo malo es que no tenía con quién ir a ninguna. Mara tenía trabajo, los ingleses tenían un cumpleaños de su compatriota, los mexicanos querían jugar dominó y los chinos de mi piso estaban celebrando su año nuevo en una cena. Cené con ellos, por supuesto, pero cuando decidieron jugar juegos de mesa chinos díjeme "Marce, es momento de que partas."
Al llegar a la fiesta no pude evitar sonreir ante las primeras imágenes que veo desde que llegué aquí de una fiesta verdadera: gente bailando, latas vacías de cerveza, parejas besándose... ya saben, las cosas que uno ve normalmente en las fiestas. Muy pronto me di cuenta de por qué: eran puros undergraduates.
No sé si ya lo dije antes pero por alguna razón que no acabo de entender, Mara y yo estamos en los dormitorios de graduates, osease maestrías y doctorados, cuando en realidad somos tan solo unas polluelas undergraduates, osease licenciatura. Además las clases que tomamos tienen que ser a nivel posgrado y de todos los alumnos de visita sólo Mara y yo somos de licenciatura. Esto ha hecho que viva rodeada de gente más grande que yo (todos tienen entre 25 y 30) y que ya pasaron esa etapa de la fiestosidad. Aunque esto tiene su encanto, llega un punto en el que uno extraña que sus compañeros hablen sobre algo fuera del salón de clases.
Pero ayer me encontré con la temprana juventud: muchachitos de entre 18 y 21 años. (Si, yo era la más grande, pero creo que acá no hay un término medio y me inventé que tenía 21). Aunque usualmente la fiesta no me hubiera causado ninguna emoción, ayer me hizo muy feliz ver a gente normal.
Al principio no sabía ni dónde pararme y me dediqué a dar vueltas disimuladamente por la fiesta, intentando fingir que estaba yendo a algún lado o hacia alguien para no evidenciar mi perdedora soledad. Una chica notó mi estado patético y creo que le dí lástima, porque llegó muy amable a presentarse. Me quedé un ratito platicando con ella y luego decidí ir por algo de tomar.
En esas estaba cuando llegó un mozalbete, de muy buen ver, a hacerme la plática, como quien dice. Resulta que este joven, llamado Nick, se acordaba de mí por la junta de la revista. Me la pasé muy bien con él y mi felicidad continuaba aumentando hasta que la pobre se extinguió de golpe cuando pusieron regguetón. Decidí irme y Nick amablemente se ofreció a acompañarme a mi casa.
Su dormitorio quedaba de paso y me dijo que si quería conocer a sus roomies. Emocionada de entrar a un lugar en donde viven 4 hombres normales, y no 15 chinos que estudian física cuántica como en el mío, acepté. Mi imagen de los undergraduate como adolescentes normales, que fiestean y se emborrachan, se desvaneció cuando al entrar vi a dos de sus roomies jugando ajedrez y el otro jugando Sim City en la computadora, con música clásica de fondo y en un cuarto más ordenado que el mío.
Pero de todas formas, los undergraduates son mucho más sociales y amistosos que los graduates. Y pues por lo mientras, tengo una cita para comer mañana con Nick. A ver qué tal resulta esto del asaltamiento de cunas....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola holaaa

Marcela Orraca dijo...

que onda! como va todo?